El
desarrollo tecnológico ha posibilitado una mayor cercanía entre lectores y
autores de contenidos, desplazando el papel tradicional de los editores y de
las casas editoriales. Al tiempo, se crean nuevas formas de expresión como la
generación descentralizada de contenidos y producción intelectual en tiempo
real en la Web.
Además hay una
mayor diversidad de medios para expresar las creaciones literarias.
Innovaciones como el hipertexto, vínculos a las páginas Web incorporados en los
textos o los dispositivos para leer textos electrónicos, replantean el concepto
tradicional de lo que es un libro, y lo convierte en un instrumento que
incorpora o se asocia con diversos formatos electrónicos, digitales y también
audiovisuales. Los libros electrónicos agrupan una serie de dispositivos y
programas que reproducen, imitan y amplían las características de los libros
convencionales, pero aprovechando las nuevas funciones y capacidades dispuestas
por las nuevas tecnologías.
Las tecnologías
digitales replantean las modalidades de producción y distribución de contenidos
literarios.
En el eslabón de la distribución también los
cambios tecnológicos han propiciado cambios sustanciales. La lógica, los
mecanismos y los puntos de distribución del libro se han venido modificando significativamente
como consecuencia de la facilidad de transmitir información digital.
Los
hábitos de los lectores han ido evolucionando a la par de la proliferación de
medios audiovisuales que propician un comportamiento más interactivo por parte
de los usuarios, especialmente de los niños y jóvenes. Cada vez más lectores de
textos impresos buscan información y referencias complementarias sobre el tema
o el autor de una obra, opinan sobre sus lecturas, valoran las reseñas de
críticos, recomiendan un texto o comparten sus experiencias con otros lectores.
Todo lo anterior se hace principalmente a través de medios virtuales y en
formatos digitales.
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